domingo, 25 de diciembre de 2011

ARCADIA DEL MAR (X).

Vuelta a Arcadia del Mar, la de la caracola y el celaje.
De azules o en espumas la mar feliz se manifiesta.
Camino de tierra andado. Horizonte fluido y etéreo.

Un viso. Regreso al brillo inmaterial desprendido de sustancia.
Mínimo elemento a donde van las aguas.

Sentir la inmensidad del cielo azul, consumación de otros límites ilimitados.
Fuente, la mar completa.
Pensamiento amanecido, reinaugurar el mundo con llegaderos del bien.

Prevalecer, no aguardar, simplemente estar consciente del existir.
Contar la vida, la memoria siquiera es aire, hilos de satén, madeja revuelta, mención extinta.
Ahí el monte, el mar, las nubes. Paisaje móvil sin tiempo.

El alma a solas, luego altas luces, repletas de infinitos,
hasta la oquedad sin orillas.

Ancla, amor, donde el deseo y el sueño unen las aguas,
si pudiese acomodar un dique al vivo cielo para adueñármelo y franjearlo.

Hoy palmeras de corolas y alas de Fénix, cairel nebuloso en el paseo de mediodía.
Nubes fugaces, mar incesante, piedras inertes, todos, vecinos de la bahía.

Banco vacante y podio vacío sobre pedestal marítimo.
Nadie, no somos nadie para ser.

Poemario: Arcadia del Mar. 2011.

ARCADIA DEL MAR (IX).

Playa mineral de cantos rodados y canciones de la mar.
Puerta de agua marina.

Como el pensar, peregrino de instantes, platea el mar ante el cantil.
 Fiel romero, mar turquesa y lapislázuli. Aquí en Iberia.

Bajo las abullonadas nubes de otoño,
la buganvilla contempla al ciprés silente,
y anhela sus hojas perennes.

El destello del faro va y vuelve,
tal réplica entrecortada de luz y oscuridad.
El mar olea quebrándose con el rumor de la noche.

Por un instante, desde la ventana del escritorio miro la pequeña glorieta del jardín,
es mediodía, y la luz hoy es de rosa, si de rosa,
y rezo con los ángeles, si con los ángeles familiares de casa.

Mi alma y mi rostro son del Mediterráneo. No lo puedo evitar, ni quiero.
No aguardar, ser sin tiempo, habitar el espacio. Este soñar.
El tiempo no existe para lo eterno.
Sin embargo nuestra vida mengua día a día.
Es posible que esta perdida ofrezca otra ganancia.
¿Quién lo puede saber? El conocimiento es luz, la ignorancia tragedia.
Tal vez regresar al origen del delirio, cuando todo estaba unido, no sea una torpeza.

Zozobra inherente a la circunstancia de estar vivos.
Celaje abierto que seduce a la nada como lo real.

Viejo mar brumoso de plomo y de zinc.
Olas. Tal vez ser no sea, pero estar estoy.

Poemario: Arcadia del Mar. 2011.

ARCADIA DEL MAR (VIII).

Ensenada de tortuga y turquesa. Lugar de piratas.
No me apartes del mar. Implora una roca afligida.

Farallón de extraña figura. Capricho de roca y azar.
Mar azul inmovilizado en blanco y negro.

Otro encuadre del farallón de extraña figura.
Una mirada teleobjetiva surrealista.

Horizonte marino bruñido de acuarela, acicalado de pálidos grises.
Palmas verdes sobre la terraza.

Olas de espumas blancas. Brío del mar.
Difuso vapor, júbilo del bosque, que ríe esta mañana.

¿Cual será el mar de estas nubes? Se pregunta el agreste alcor...
Tal vez vengan de Ítaca.

El mar se cuela por un ojal de la roca. Ánfora profunda.

Ser libre es un proceso, que lleva toda una vida,
como el viaje de Ulises desde Troya a Ítaca.

La aurora luce tal gruta infinita, soñada,
destellos de piedras preciosas, esmeraldas, zafiros.

Amo el amor que une, libre como el mar.
Observo el cabo humilde y divino.

La edad es la realidad,
los sucesos son el tiempo.

Termino medio entre la vida y la muerte.
¿Donde converges? Silencio sentado.
¿Nada más? Ayer, hoy, mañana.
Puerta de cruz estrella.

El perfume del viento no es a lilas, jacintos amarillos, o rosas desgarradas;
es árido, salobre, marino.

Sencilla casa que velas el recuerdo de la barca que estuvo en la orilla.
Atardece, la sombra del acantilado devora el mar añil.

El ocaso barre el fulgor hacia el límite, es como un morir.

Poemario: Arcadia del Mar. 2011.

sábado, 24 de diciembre de 2011

ARCADIA DEL MAR (VII).

Escribo sobre el agua y la vida, describo el mar y el cielo.
Mi alma está donde quiero.
Playa mineral de cantos rodados y canciones de la mar.
Puerta de agua marina.

Como el pensar, peregrino de instantes, platea el mar ante el cantil.
 Fiel romero, mar turquesa y lapislázuli. Aquí en Iberia.

Bajo las abullonadas nubes de otoño, la buganvilla contempla al ciprés silente,
y anhela sus hojas perennes.

El destello del faro va y vuelve, tal réplica entrecortada de luz y oscuridad.
El mar olea quebrándose con el rumor de la noche.

Termino medio entre la vida y la muerte. ¿Donde converges? Silencio sentado.
¿Nada más? Ayer, hoy, mañana. Puerta de cruz estrella.

Por un instante, desde la ventana del escritorio miro la pequeña glorieta del jardín, es mediodía,
y la luz hoy es de rosa, si de rosa, y rezo con los ángeles, si con los ángeles familiares de casa.

No aguardar, ser sin tiempo, habitar el espacio. Este soñar.
 Mi alma y mi rostro son del Mediterráneo. No lo puedo evitar, ni quiero.

Zozobra inherente a la circunstancia de estar vivos. Celaje abierto que seduce a la nada como lo real.
Viejo mar brumoso de plomo y de zinc.

Olas. Tal vez ser no sea, pero estar estoy.

Poemario: Arcadia el mar. 2011.

ARCADIA DEL MAR (VI).

La tierra abraza al mar.
Abandonar la melancolía en el fondo de las aguas.
Olvidar.

Agua, sal, espuma. Cantil, árbol.
Aprehendo, me aprehende. Espejo de ser.

Confín evidente, dimensión crepuscular.
Al otro lado, llegada la noche, existe una muralla de estrellas.

Escalera al cielo, escalera a la profundidad, escalera.
Noche absoluta; espabila los ojos del día.

Blanca cal, ventana, fanal de celda, unción.
 Alma, guarida de días fieros. Indolentes prejuicios, vestíbulo de caverna.
Afuera, tormenta gélida. Adentro, la hoguera.

Fósil de arena y agua de mar, sólido y líquido, un pensar.
Tapiz azuleo de raso, de seda, de mármol, de mar.

Los días, crisol de vida, oro líquido, poética existencia.
Brisa otoñal mediterránea que acaricia el lóbulo de las orejas.

Las subpartículas por qué eligen un núcleo y no otro.
Por qué me llega este pensamiento y no otro.
Acaso la materia original la mece el viento otoñal,
la balancea una azarosa corriente, sin intención, sin deseo...

Provengo de una intención, mi madre deseaba un hijo,
más allá de esa voluntad, no sé por qué existo.
Fue una intención ajena a mi, al menos, no recuerdo cuando quise ser.
Ahora, las voluntades propias y ajenas me hacen como soy.

El conocimiento progresivo es la fusión de horizontes,
el ajeno histórico y el propio causal.

Llamar a un pueblo feliz es una falacia, una utopía.
La felicidad es una voluntad persistente.

Ya llega la hora de no enfrentarse con el prójimo,
sino con el destino.

Mi ser y estar son las propiedades más preciadas
y las defenderé hasta la muerte.

Poemario: Arcadia del mar. 2011.

ARCADIA DEL MAR (V).

La tarde nos llega como la mar adormecida.
Amalgama de horizontes: fusión de ola, mar y cielo, de curva, círculo y espiral.

Aparece el otoño, las cigarras se apagan.
Piel de mar. Playa de pescadores.

Horizonte, inflexión circular, inocente esfera marina.
Agua de mar, colores, leyendas, misterios.

Gaviota argéntea. Mar de plata.
Los destellos de la aurora. El decir del mar.

Farallón vigía. Somos el mar
Amanece. El sol se iza sobre la roca. Luz, la luz.

La dinámica naturaleza incesante que ofrece sosiego.
Isla e íntimo soliloquio comparten libre espacio.

Emerger o sumergirse son conceptos apropiados según las circunstancias.
Tened piedad de los que andamos en la frontera de lo inmediato y lo absoluto.

La felicidad es una voluntad constante, la alegría una obligación,
un esfuerzo, una luz interior.

La realidad universal se rige por la atracción, el rechazo, la fusión, la explosión
y no podemos evadirnos de nuestra propia naturaleza.

Somos símbolo y drama, más tragedia que comedia.
A toda persona le cuesta dominarse a sí mismo y ser dueño de sí.
El dirigente como persona no puede prescindir de los miedos y despertares de su Yo.
El gobernante es todo individuo que ejerce poder sobre un grupo de personas.


Estar bajo las tribulaciones constitutivas personales de los gobernantes,
que tienen, sin duda, el derecho de ser libres, se concreta en una tiranía,
aunque sea intermitente.

¿Cuantas pasiones, intrigas, fatigas y muertes hay escritas en papel moneda,
tras las acorazadas puertas de los bancos
o en otros baluartes de un sistema mundial económico tan injusto?

¿Qué hacer? ¿Ser cordero y seguir al pastor? ¿Ser lobo y retar al líder?
Sí, lo que soy es un supuesto de mí.
Mío, mío, nada. Todo pasa.

Poemario: Arcadia del mar. 2011.

ARCADIA DEL MAR (IV).

Inocentes partículas de atracciones diversas, colisiones, fusiones y
rechazos, así es nuestra naturaleza.

El deseo de progreso es intrínseco a la vida, porque necesita mejorar
para prevalecer en competencia con las otras entidades singulares que le rodean.
Instinto y perfección contienen la misma esencia metafísica.

Plantas, flores y frutos; la presencia del mar.
El ser humano es un camino continuo aprehendido a la naturaleza.

El pensar es fugaz y se expresa principalmente en una lengua,
también por medio de lenguajes y metalenguajes esencialmente artísticos.

El pensamiento procede de una acción cuántica incesante,
promovido por una memoria emocional circunstancial.

Sobre el espíritu sé que es un centro mental
donde el deseo penetra y emerge transformado.

Todo ser humano debería se educado para que tenga acceso a una muestra expositiva
y clara de las diversas posibilidades éticas que el ser humano ha creado históricamente.

La ignorancia aumenta el temor y es manipulable ideológicamente.
El conocimiento resuelve problemas, crea la tempestad de las dudas y la calma del saber.
Hasta que de nuevo nazca la palpitación inevitablemente evolutiva y poéticamente integral.

El miedo no se desvanece nunca, está latente, es una salvaguardia.
Vencerlo requiere sabiduría y valor.

Observo la vida pero no sé si ella me contempla.
La vida vivida surge desde de la infinitud de un horizonte remoto.

Desde el primer momento, como si de una llamada atávica se tratara,
el Mediterráneo me atrajo de forma especial.



 Poemario: Arcadia del Mar. 2011.