jueves, 31 de marzo de 2011

Silépsis metafórica.

Los nuevos aires de la ciudad, producen en él cambios nada convenientes para su salud, haciéndole crecer un sentimiento de araña que tiende sus redes hacia una eclosión axilar. Medidas, las del cuerpo, las del alma. El alma ¿Qué es? El ecuador de una razón consentida, un mundo de ensueño, un clavo ardiendo, un espejo, un dogma, un cebo. Del cuerpo, lo mismo, un fin, un descubrimiento, el destino enmarañado, un trabajo. Poner una pausa, arrebatarla del tiempo, o languidecer como una ajada sonrisa, morir como un bebé, tras muchos años, siendo viejo, estando arrugado y seco. Suena la cuerda de un conejo mecánico, movimiento de hálito mágico, en un desván donde todo quedó como estaba, sentadas sobre un flotante diván, las muñecas se lavan los tirabuzones. ¿Bonjour, ça va Cocotte? Mientras el clavicordio estornuda, por el polvillo del reseco almidón, de ese carnal chal que ya es casi de cera, y una mecha prende de él. Año 1983.

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